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El dolor se entiende comúnmente en la sociedad occidental bajo el siguiente modelo: las situaciones causantes de daño para nuestro organismo producen estímulos que viajan por nuestro sistema nervioso hasta ser percibidos por nuestros centros superiores como dolor. Acercarte demasiado al fuego o pincharte con una aguja son ejemplos que encajan en esta concepción del dolor. Sin embargo esto deja fuera del proceso a otros factores como las emociones.

Emociones y modelo cartesiano del dolor

Modelo cartesiano del dolor

Existen circunstancias relacionadas con emociones y dolor de espalda crónico que este modelo parece no poder explicar. Por ejemplo, a menudo se observan grandes daños en discos y nervios con dolores de escasa importancia y viceversa. Personas con lesiones de poca magnitud refieren dolores intensos. Múltiples estudios han encontrado lesiones en los tejidos de la columna en pacientes completamente libres de dolor.

¿Cómo se justifican estos hallazgos? Simplemente la explicación dada por este modelo resulta insuficiente. Por tanto, deben existir otros factores que intervienen en la creación y perpetuación del dolor.

Relación de las emociones y dolor de espalda crónico

Uno de los factores que influyen sobre la cronificación del dolor de espalda son las emociones. Hallazgos recientes destacan la importancia de la parte del cerebro encargada de las emociones (sistema límbico) en la modulación del dolor agudo, en la predicción de que este pueda convertirse en crónico y en la amplificación del dolor crónico.

Simplificando mucho el funcionamiento de nuestro organismo podemos decir que el dolor no se siente sino que se construye. A diferencia de lo que postulaba la concepción tradicional, el impulso nervioso, en su viaje hacia los centros superiores, puede modularse: amplificándose o inhibiéndose por muchos componentes del sistema nervioso (entre ellos el sistema límbico encargado de las emociones).

El desarrollo del dolor crónico es la consecuencia de cambios disfuncionales en estos componentes del Sistema Nervioso que favorecen la amplificación y persistencia del dolor. Esto denota que el Sistema Nervioso no se limita a percibir el dolor, sino que es el verdadero artífice de la experiencia dolorosa.

En definitiva, el dolor de espalda crónico se produce como consecuencia de la combinación de múltiples factores (biológicos, psicológicos y sociales) que son capaces de crear alteraciones en nuestro organismo y especialmente en la estructura del sistema nervioso. Las emociones resultan ser un factor determinante en la modulación del dolor agudo, así como, un fuerte mediador en la transición del dolor agudo al dolor crónico y en su percepción.

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